Los campos magnéticos y su incidencia en la
salud
Existen dos tipos de campos eléctricos y
magnéticos, aquellos que viajan o se propagan a largas distancias desde su
fuente (también llamados ondas electromagnéticas), y aquellos que están
confinados a la inmediata vecindad de la fuente. La mayor parte de los campos
tratados en este trabajo son del tipo “confinado”. Por ello es poco apropiado
referirse a ellos como “radiación no ionizante”. En términos generales podemos
distinguir campos electromagnéticos de fondo, resultado de fuentes varias, y el
campo electromagnético de fuentes identificadas (líneas de alta tensión,
transformadores, aparatos eléctricos).
Estos campos son no ionizantes, es decir,
no afectan los electrones orbitales de los átomos y por lo tanto no ionizan la
materia. En este trabajo nos referimos, específicamente, a los campos de
frecuencias extremadamente bajas (ELF, “Extremely
Low Frequency”).
El campo magnético, se mide en ampere por
metro (análoga al V/m del campo eléctrico). La unidad más común para medir esta
densidad de flujo magnético es el Gauss (G). También se utiliza el Tesla.
Unidades menores son el miligauss (mG) y el microtesla (uT). Los campos
magnéticos de 60 Hz son generalmente medidos en milésimos de gauss, o miligauss
(mG), siendo 1 mG = 0,1 uT.
Los campos eléctricos pueden ser atenuados
por árboles, cercos elevados, edificios y otras grandes estructuras. Los campos magnéticos, en cambio, solo son
atenuados por estructuras que contienen gran cantidad de materiales ferrosos o
mezclas especiales de metales. Viviendas, árboles y otros objetos no metálicos
no actúan como pantallas protectoras para los campos magnéticos (Congress
of the United States, 1989).
La
revisión de la bibliografía disponible es clara y contundente: no ha logrado
demostrarse que los campos magnéticos producidos por plantas transformadoras y
líneas de alta y media tensión, antropógenos, sean inocuos. Asimismo sobre ellos hay reglamentación insuficiente respecto de
las medidas destinadas a disminuir o evitar los posibles efectos adversos sobre
la salud (Tchernitchin, A.N. et Riveros, R. 2004).
La existencia de estándares de exposición,
esto independientemente de la discusión sobre “magnitudes límite”, confirma
institucionalmente la existencia de riesgos reales y potenciales para el ser
humano. En Argentina la resolución 77/98 del Ministerio de Economía establece
como límites máximos para campo magnético 25 uT y para campo eléctrico 3 kV/m.
En Suiza la BUWAL, organismo oficial de ambiente, admite como límite máximo de
campo magnético para áreas de trabajo y residenciales 1 uT. Otros países con
normas más estrictas que las establecidas por la ICNIRP son Italia, Rusia y
China.
El Ministerio de Salud y Acción Social de
la Argentina establece por ejemplo, para los campos electromagnéticos que
generan líneas de 132 kV, franjas de protección de 35 metros a cada lado del
eje de transmisión. El dictamen suscrito por Jorge Skvarka expresa
textualmente, al referirse a líneas de 132 kV: “Como
conclusión y contestando los puntos 1, 2 y 3 de los presentes actuados, este
Departamento sugiere precaución en el trazado de estas líneas de alta tensión
(AT), en un corredor (ROW) de por lo menos 35 metros por cada lado de la línea
central. Los mismos no deberían pasar
por localidades densamente pobladas y mucho menos por escuelas y centros de
salud. Asimismo se recomienda continuar con los estudios de los posibles
efectos biológicos serios a nivel laboratorio y epidemiológico. Por lo expuesto
en toda esta documentación en el punto 1, fojas 1, no pueden demostrarse que
los campos electromagnéticos sean inocuos”
(Skvarca, 1996).
Cabe
recordar que la ley 24065 dispone en su art. 11° que “Ningún transportista o
distribuidor podrá comenzar la construcción y/u operación de instalaciones de
la magnitud que precise la calificación del ente, ni la extensión o ampliación
de las existentes, sin obtener de aquél un certificado que acredite la
conveniencia y necesidad pública de dicha construcción, extensión ampliación. El ente dispondrá la publicidad de este tipo de solicitudes y la
realización de una audiencia pública antes de resolver sobre el otorgamiento
del respectivo certificado”.
Un
trabajo anterior, de Beniashvili y otros (1991), ya había hallado que la
exposición a campos electromagnéticos de baja frecuencia acrecienta la
inducción de tumores de glándulas mamarias. La incidencia de los tumores
depende de la duración de la exposición a campos magnéticos estáticos (dc) y
variables (ac). Los campos magnéticos variables inducen cáncer mamario mucho
más frecuentemente que el campo magnético estático.
El primer trabajo que asoció epidemiológicamente los campos
electromagnéticos con el cáncer fue publicado por Wertheimer y Leeper en 1979.
A partir de esta investigación los trabajos se multiplicaron rápidamente.
Publicaciones posteriores han discutido y confirmado, con distintos valores de
probabilidad, la incidencia de campos electromagnéticos sobre la generación de
leucemias y otros tipos de cáncer.
Un trabajo muy importante, donde se halla correlación entre líneas de alta
tensión, campos electromagnéticos y cáncer fue elaborado en 1992 por M.
Feychting y A. Ahlbom. Según Feychting, "en
un hogar normal los campos magnéticos raramente exceden un promedio diario de
0,1 uT. La incidencia de leucemia infantil
se duplicó en hogares donde el campo era de 0,2 uT, y el riesgo fue cuatro
veces superior a lo normal (3,8) cuando el promedio era de 0,3 uT. Para
niños que vivían a 50 metros de las líneas de alta tensión el riesgo fue 2,9
veces los valores normales". Para adultos el estudio
indicó un elevado riesgo de leucemia mieloide crónica. Un campo
de 0,2 uT fue correlacionado con un riesgo
1,7 veces superior al normal (Forksning & Praktik, 1992). Aunque estos
resultados fueron luego revisados
en el trabajo de Ahlbom y otros (Ahlbom y otros, 2000), fue pionero en alertar
sobre los efectos de
campos magnéticos iguales o superiores a 0,3 uT.
En septiembre de 2000 Ahlbom y otros
publicaron el trabajo "A pooled analysis of magnetic
fields and childhood leukemya". Este trabajo
analizó 9 estudios epidemiológicos que estuvieron acompañados de mediciones y
estimaciones de campos magnéticos. El universo total incluyó 3.203 niños con
leucemia y 10.338 niños de control. Para
44 niños con leucemia y 62 niños de control con exposiciones a campos magnéticos
iguales o superiores a 0,4 uT el riesgo estimado fue de 2,00 (1.27-3.13)
para un P = 0,002. En consecuencia una exposición crónica a valores iguales o
superiores a 0,4 uT (4 mG) duplicaría en los niños el riesgo de contraer
leucemia.
En noviembre de 2000 Greenland y otros
publicaron el trabajo "A pooled analysis of magnetic
fields wire codes, and childhooh leukemia. Childhood Leukemia-EMF Study Group". El equipo de trabajo de
la Escuela de Salud Pública de la UCLA, en Estados Unidos, analizó 12 estudios
epidemiológicos que relacionaban casos de niños con leucemia y niños control
con exposiciones medidas y estimadas a campos magnéticos. Ellos encontraron que a exposiciones iguales o mayores a 0,3 uT el
riesgo de contraer leucemia se incrementa 1,7 veces (1,2-2,3). Greenland y
sus colaboradores no hallaron asociación, sin embargo, entre campos magnéticos
y leucemia a valores situados por debajo de 0,3 uT. En consecuencia una
exposición crónica a valores iguales o superiores a 0,3 uT (3 mG) casi
duplicaría en los niños el riesgo de contraer leucemia (1,7 veces).
Una excelente revisión de estos y otros
trabajos fue recientemente publicada por Kristie L. Ebi (Ebi, 2002) como parte
del trabajo “Children’s health and
environment: a review of evidence” que publicó la Organización Mundial de la Salud
(Tamburlini, von Ehrenstein y Bertollini, 2002). En esta publicación de la
Organización Mundial de la Salud el autor del Capítulo sobre cáncer, B.
Terracini, indica: “La asociación entre exposición de estos campos
[electromagnéticos] con el cáncer de niños, particularmente leucemia, fue
investigada en muchos países mediante el diseño de estudios que usaban cohortes
y casos-control. Dos recientes meta-análisis (Ahlbom et
al., 2000; Greenland et al,
2000) de estudios de casos-control dedicados a la asociación entre campos
extremadamente bajos y leucemia infantil estimaron un significativo aumento de
los riesgos (riesgos relativos entre 1,7 y 2,0) para niños cuyas exposiciones
medidas o estimadas eran superiores a 0,3-0,4 uT. El IARC [Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer]
concluyó recientemente que la evidencia científica, en particular la evidencia
relacionada con la leucemia infantil, sugiere que los campos electromagnéticos
son posibles cancerígenos para los humanos (Categoría 2B)”.
En
un estudio basado en 1.596.959 hombres y 806.278 mujeres en Suecia, se ha
investigado la incidencia de diversos tipos de cáncer entre 1971 y 1984,
correlacionándolos a la exposición ocupacional a campos magnéticos y
electromagnéticos; tomando como base valores determinados por una matriz de
exposiciones calculada a partir de medidas para diversas actividades laborales,
y datos de censos realizados en ese país. En este estudio, se ha descrito, en hombres,
un aumento del riesgo de cáncer testicular en trabajadores jóvenes, y en
mujeres, una clara asociación con cáncer del cuerpo uterino. Además se han
descrito asociaciones entre la exposición y los siguientes tipos de cáncer en
hombres: cáncer de colon, de vías biliares, hígado, laringe y pulmón, riñón,
órganos urinarios, melanoma, cáncer de piel no-melanoma y astrocitomas III-IV.
Para las mujeres, se han descrito asociaciones con cáncer pulmonar, de mama,
melanoma y leucemia linfocítica crónica. Se ha sugerido, una interacción del
campo electromagnético con los sistemas inmune y endocrino, los que interfieren
aumentando el riesgo de cáncer en sujetos expuestos. (Floderus B, Stenlund C, et Persson T. 1999).
Se
conoce que los campos electromagnéticos están relacionados con una mayor
incidencia de diversas formas de cáncer, entre éstas, leucemia, tumores
cerebrales, cáncer de mama. No obstante, se han descrito otras enfermedades que
parecen tener relación con la radiación electromagnética, tales como esclerosis
lateral amiotrófica, enfermedad de Alzheimer, asma bronquial, enfermedades
alérgicas, aumento de incidencia de abortos, dermatitis por monitor de
televisor o computador, electrosupersensibilidad, alteraciones
neuroconductuales, cardiacas y endocrinas, etc.
A
continuación se presenta un listado de las diversas enfermedades en cuya
etiopatogenia puede intervenir la radiación electromagnética, clasificadas de
acuerdo a la certeza que se tiene respecto del papel etiológico de dichas
radiaciones de acuerdo al estudio realizado en el Programa de Campos
Electromagnéticos de California, bajo el patrocinio de las autoridades
administrativas y de salud del Estado de California (Davis G, Johnson G, et Bontá D.M. 2001). En ese programa, además de clasificar
las probabilidades de causa-efecto para las radiaciones electromagnéticas y
diversas patologías mediante las pautas de la IARC (International Agency of
Research on Cancer), estableció las “pautas-guía de California”, de acuerdo a
las cuales tres revisores expertos calificaron la información existente de
acuerdo a grado de confianza de los análisis estadísticos de los trabajos
publicados, y establecieron un criterio para definir si existía una relación
causa-efecto para cada patología, y la probabilidad de la ocurrencia de esa
relación causa-efecto. Las pautas-guías son las siguientes:
●Radiación electromagnética como
etiología muy improbable (2 a 10% de probabilidad que exista una relación
causa-efecto):
-Alteraciones reproductivas o de
desarrollo (excluyendo abortos)
-Malformaciones congénitas
-Bajo peso al nacimiento
-Radiación electromagnética como
carcinógeno universal (todos los cánceres)
●Radiación electromagnética como factor
etiológico posible (10 a 50% de probabilidades de
existencia de relación causa-efecto):
-Enfermedad de Alzheimer
-Cáncer de mama masculino
-Cáncer cerebral en niños
-Problemas cardíacos, incluyendo infarto
del miocardio
-Suicidio
●Radiación electromagnética como factor
etiológico probable (más de 50% de probabilidades de existencia de relación
causa-efecto):
-Leucemia en niños
-Cáncer cerebral en adultos
-Aborto espontáneo
-Esclerosis lateral amiotrófica
(enfermedad de Lou Gehring).
Lo que no se conoce con precisión es el mecanismo por el cual los campos
electromagnéticos podrían incrementar el riesgo de cáncer, ya sea como
“generadores” o como “promotores”. Desde hace años se conoce que la resonancia
magnética producida en los átomos celulares (NMR, "proton nuclear magnetic resonance" de los autores sajones),
resultado de los campos electromagnéticos, desencadena diversos efectos
biológicos. Por ejemplo, incremento de la tasa de división celular en
bacterias, mayor síntesis de ADN en fibroblastos humanos y modificación
intracelular del intercambio de iones (Lang y Hendrickson, 1988). Tenforde
(1993a) resumió algunos de los mecanismos de acción a nivel molecular. Los
campos electromagnéticos pueden alterar las propiedades funcionales de las
membranas celulares, y producir cambios en el segundo mensajero que señaliza
las vías mediadas por el Ca+2, los nucleótidos y quinasas cíclicos, y la
expresión de genes alterados (transcripción y traslado) (Adey, 1990). Según
Reba Goodman de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y Ann Henderson, del
Hunter College, también es posible que los campos magnéticos activen oncogenes
como el MYC.
En muchos casos las alteraciones funcionales de las células que resumió
Tenforde fueron observadas para campos electromagnéticos (relativamente) bajos.
También la respuesta observada de la quinasa C es consistente con el efecto
promotor de tumores de los campos electromagnéticos, y similar a lo que ocurre
con los ésteres del phorbol (Tenforde, 1993b). Experimentos como los conducidos
por Stuchly (1992) subrayan la importancia de conocer estos fenómenos de
transducción química. Stuchly halló que campos magnéticos de 60 Hz actúan
promoviendo tumores en la carcinogénesis de la piel del ratón
y alteraciones genéticas.
Por su parte dos trabajos epidemiológicos conducidos en 1991 por B.
Floderus de la División de Neuromedicina del National Institute of
Occupational Health (NIOH, Solna) y A. Ahlbom del Instituto de Medicina Ambiental del Karolinska Institute han proporcionado valiosa
información para comprender la relación entre campos magnéticos y cáncer.
Aunque no se pudo demostrar que los campos produzcan daño directo en el
material genético, sí se observaron cambios cromosómicos en células amnióticas.
Ambos investigadores presumen que los campos electromagnéticos
"promueven" cánceres que ya están biológicamente inicialados
(Forsking & Praktik, 1992).
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Síntesis elaborada por Vecinos
Autoconvocados del Barrio Los Naranjos, San Salvador de Jujuy. Junio del 2012.
Obs: a la fecha, septiembre de 2012, contamos con numerosos trabajos
científicos en adición a los mencionados en la síntesis que indican todos el
peligro para la salud de los niveles de campo magnético iguales o superiores a
0,3 μT.